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Cuando uno quiere saber cuánto pesa una elefante, no te preocupas (mucho) por cuánto pesan las moscas que se le paran en la cabeza. Por supuesto que su peso no es 0, pero no contribuyen tanto como para preocuparse. Esta intuición cotidiana se puede formalizar si uno estudia matemáticas, y se les llama "términos de menor órden", y en algún momento del despeje algebraico uno se toma la licencia de tacharlos y seguir campante con el análisis del fenómeno de interés.
En este sentido, es muy útil el poder tener una intuición de los órdenes de magnitud en una cierta discusión antes de aventarse por la borda en favor o en contra de alguna causa. En México, por ejemplo, si alguien quiere tener una discusión seria sobre el ambientalismo, es útil tener en mente los números que más importan (el peso del elefante pues), como el hecho que 100 compañías son responsables del 71% de todos los gases invernadero.
Teniendo en mente ese elefante, no es que uno no debería evitar el consumo de plásticos deshechables gratuitamente, pero hay que darse cuenta que uno está evitando la discusión principal de cómo lidiar con los términos de mayor orden. En el peor de los casos, sobra la santurronería y se desgarran las vestiduras los políticos para castigar a la gente por seguir usando popotes.
A éste fenómeno donde el problema estructural se trata de resolver con recursos de responsabilidad individual le llamo popotismo, en honor a la campaña masiva que se dió súbitamente en México para prohibir el uso de popotes de plástico a nivel individual, y creo que no vale la pena seguir esa línea de argumentación.
Sí, recicla, disminuye tu consumo, eso es bueno y vale la pena, etc; pero a veces la solución es cambiar el sistema y no encontentarse que uno pone un granito de arena en donde ya extrajeron la playa.
El juego es otro.